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Unos 60 millones de niños van a la escuela con hambre

Lunes 7 Diciembre 2009

El Banco Mundial y el Programa Mundial de Alimentos denunciaron la falta de apoyos de la Comunidad Internacional para mejorar la alimentación infantil en países vulnerables.


Un nuevo informe publicado de manera conjunta por el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y el Banco Mundial (BM) indica que al menos 60 millones de niños van hambrientos todos los días a la escuela en los países en vías en desarrollo, el 40% en África.

Las comidas proporcionadas en la escuela y otros programas basados en la alimentación son vitales para mantener a los niños en los centros educativos, mejorar su aprendizaje y su salud y promover la seguridad alimentaria, según este trabajo. 

"En los países pobres, los programas de alimentación en la escuela surgen como una red de respuesta social común a la crisis, y durante el último año, al menos 20 gobiernos desarrollaron estos programas para proteger a los pobres", asegura el informe.

El documento, que también denuncia la falta de apoyo de la comunidad internacional hacia estos proyectos, mantiene que estos programas dan una oportunidad importante para que asistan a los centros educativos los hijos de las familias pobres y para alimentar a los menores hambrientos.

Estos programas, además, tienen el incentivo no sólo de que los más pobres enviarán a sus hijos a la escuela y los mantendrán allí, sino que esto, a su vez, mejorará la educación de los niños.

Por primera vez, todos los países de los que hay información intentan dar alimentación, de forma y a escala diferentes, a sus estudiantes, es un avance pero aún insuficiente.

"La cobertura es más completa en los países con ingresos altos y medios, pero donde la necesidad es mayor en términos de hambre, pobreza e indicadores sociales pobres, los programas son más pequeños", indica el informe.

Estos programas también son los que dependen en mayor medida de apoyo externo y casi todos reciben el apoyo del Programa Mundial de Alimentos, "… la cuestión principal no es si los países llevan a cabo o no estos programas, sino cómo lo hacen y cuál es su objetivo", añade el texto.

Hay pruebas de que los programas de alimentación en la escuela aumentan la asistencia a la misma, el aprendizaje y los logros educativos, defiende el documento. En muchos casos, los programas también tienen una fuerte dimensión de género, sobre todo donde tienen como objetivo la educación de las niñas, y también pueden utilizarse para beneficiar de manera específica a los más pobres y vulnerables.

El valor de la alimentación escolar como una red de seguridad y la motivación del sector educativo para implementar los programas aumentan por la extensión a los beneficios educativos. Los programas de alimentación escolar que estén bien diseñados, y que incluyen la fortificación con micronutrientes y la desparasitación, pueden dar beneficios nutricionales y deben completar y no competir con los programas de nutrición para los niños, apunta el informe.

"Lo que está claro en este informe es que ya nos encontramos más allá del debate sobre si la alimentación escolar es una forma de alcanzar a los más vulnerables", afirman la directora ejecutiva del PMA Josette Sheeran, y el presidente del BM, Robert Zoellick.

"De cara a las crisis mundiales, debemos centrarnos en cómo se diseñan y desarrollan estos programas de una forma sostenible y eficaz en los costes para beneficiar y proteger a los que más lo necesitan hoy y en el futuro", dijeron ambos representantes durante la presentación de este informe.


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