Al día de hoy, 776 millones de adultos en el mundo no saben leer ni escribir, mientras que más de 75 millones de niños no van al colegio.
Las Regiones del África Subsahariana y meridional presentan las tasas más bajas de alfabetización del planeta.

En países como Burkina Faso y Malí, con más de la mitad de sus poblaciones viviendo bajo el umbral de la pobreza, un 80% de la población no sabe leer ni escribir, lo que merma sus posibilidades de labrarse un futuro mejor y salir de la pobreza.
En Centroamérica, el analfabetismo en personas mayores de 15 años se sitúa en el 20%, pero aquí el gran problema es el abandono escolar. En El Salvador un 69% de los niños no llega a 5º curso de primaria.
Tal y como ha advertido el Director General de la UNESCO, Koïchiro Maatsura, alfabetizar no sólo supone leer y escribir, sino también “dotar a las personas de autoestima y de capacidades para participar en la vida de su comunidad”, lo que en último término contribuye a mejorar el entorno y calidad de vida de las personas, así como a fomentar sociedades justas y libres de violencia.
La alfabetización es un derecho esencial para el desarrollo, sin el que no sería posible cumplir ninguno de los Ocho Objetivos del Milenio, pues los índices de absentismo y de abandono escolar son proporcionales al nivel de pobreza de las familias.
La capacidad de leer o de comprender los documentos escritos (analfabetismo funcional) está intrínsecamente relacionada con la erradicación de la pobreza y con el desarrollo de los pueblos y sociedades.
Está demostrado que la educación contribuye a reducir los índices de mortalidad infantil, a conseguir la igualdad entre hombres y mujeres y a asegurar el correcto funcionamiento de las instituciones y, con ello, la democracia y la paz.