
Cauce Ciudadano no pretende eliminar el movimiento pandillero, sino convertirlo en un movimiento no violento a través de iniciativas que permitan la apertura de espacios para la solidaridad, la amistad, el afecto, la generación de hábitos saludables y la promoción de una cultura de la no-violencia en la población juvenil, entre otros. “Yo mismo sigo siendo pandillero. Nos interesa que las pandillas no desaparezcan, ya que tienen una identidad”, afirma Carlos Cruz.
La idea comenzó cuando Carlos estaba inmerso en un contexto de violencia en el que fueron asesinados miembros de varias pandillas, entre ellos un colaborador y amigo suyo. Algunos pidieron venganza pero Carlos estaba cansado de tanta violencia, como el mismo cuenta. “Más compañeros sentían lo mismo y decidimos cambiar”, relata.
En México, hay jóvenes que apenas pueden aspirar a ser mozos de almacén o cacharpos (ayudante de conductor de transporte público), por lo que algunos de ellos se convierten en carne fresca para el narcotráfico. “Muchos son contratados para hacer el sicariato”, señala Carlos. “Nosotros desmantelamos la estructura operativa de narcotráfico pero, incluso, la policía se convierte en un problema oponiéndose a que les ayudemos, por simple corrupción”, añade.

Participación comunitaria
La idea de Carlos era aprovechar la identidad de las pandillas en beneficio de su comunidad, de forma que los jóvenes asumieran su rol de participación y transformación en la sociedad, que asuman valores y desarrollen habilidades. "Hay diputados que han sido líderes de las pandillas, pero después se olvidan de su barrio”, afirma Carlos Cruz.
De esta forma, a partir de reuniones en una casa que pertenecía a la abuela de Carlos, se fueron creando, a partir de las historias de vida de cada uno, diversos talleres. Proyectos como 'Habilidades para la Vida', donde se promueven estilos de vida saludables; 'Tecnologías de la Información', en el que a través de aplicaciones de Internet crean sus propios espacios de expresión y talleres de sexualidad como 'Amores sin violencia', donde se trata de favorecer una sexualidad sana, son algunos ejemplos de ello. Los propios gobiernos de México contactan con Cauce Ciudadano para que desarrolle sus programas en sus regiones.
Los jóvenes que participan en el proceso de Cauce Ciudadano pasan 36 lecciones de dos horas en el programa, tiempo en el que algunos empiezan a tomar sus propias decisiones sobre lo que desean hacer con su vida. En la actualidad, la entidad se encuentra inmersa en el proyecto de construcción de una escuela y una universidad que satisfaga las necesidades de estos jóvenes.
En cuanto a la efectividad, el 72% de los jóvenes no vuelven a delinquir y el 24% de ellos llevan a cabo actividades de desarrollo social en sus comunidades. "Creamos ciudadanos", concluye Carlos Cruz.