Las Cámaras Extraordinarias en las Co
rtes de Camboya, tribunal establecido para juzgar delitos contra la humanidad cometidos por los Jemeres Rojos, comenzaron ayer el juicio contra Kaing Guek Eav, alias Duch, ex comandante del mayor centro de tortura de la época, según informan desde Naciones Unidas.
Duch, el primero en sentarse en el banquillo, está acusado de asesinato, esclavitud, encarcelamiento, tortura, violación, persecución política y otros actos inhumanos.
Se calcula que al menos 14.000 personas pasaron por la prisión de Tuol Sleng, donde fueron interrogadas y sometidas a tortura. Casi todas fueron ejecutadas en los campos de exterminio. Los crímenes se cometieron entre abril de 1975 y enero de 1979, cuando el régimen de los Jemeres Rojos asesinó a más de un millón y medio de camboyanos.
Las Cámaras son auspiciadas por Naciones Unidas y utilizan legislación nacional e internacional. La máxima pena que pueden imponer es cadena perpetua.
Duch es el primer acusado que comparece ante esta corte y el único que se declaró culpable de los delitos que se le imputan. Otros cuatro, que detentaban cargos más altos en la jerarquía de los Jemeres Rojos, aducen no haber tenido conocimiento de las atrocidades que se llevaron a cabo cuando estuvieron en el poder.

Duch, el primero en sentarse en el banquillo, está acusado de asesinato, esclavitud, encarcelamiento, tortura, violación, persecución política y otros actos inhumanos.
Se calcula que al menos 14.000 personas pasaron por la prisión de Tuol Sleng, donde fueron interrogadas y sometidas a tortura. Casi todas fueron ejecutadas en los campos de exterminio. Los crímenes se cometieron entre abril de 1975 y enero de 1979, cuando el régimen de los Jemeres Rojos asesinó a más de un millón y medio de camboyanos.
Las Cámaras son auspiciadas por Naciones Unidas y utilizan legislación nacional e internacional. La máxima pena que pueden imponer es cadena perpetua.
Duch es el primer acusado que comparece ante esta corte y el único que se declaró culpable de los delitos que se le imputan. Otros cuatro, que detentaban cargos más altos en la jerarquía de los Jemeres Rojos, aducen no haber tenido conocimiento de las atrocidades que se llevaron a cabo cuando estuvieron en el poder.