Al cumplirse un nuevo aniversario de las masacres de Hiroshima y Nagasaki, la Comunidad para el desarrollo humano se manifestará este viernes 6 de agosto a las 12 en la puerta de la Embajada de Estados Unidos para exigir el desarme y el retiro de tropas en los países invadidos.

"Marchamos a la embajada estadounidense por que fue el estado norteamericano el único que utilizó este tipo de armamento y es el responsable de los cientos de miles de víctimas que hubo en Hiroshima y Nagasaki, y por que actualmente mantiene tropas en Irak y Afganistán", manifestó la organización en un comunicado.
Bajo el lema “a 65 años de Hiroshima, jubilemos a las bombas”, la Comunidad marchará desde Plaza Italia con una réplica de la bomba hacia la Embajada norteamericana para “devolverle” simbólicamente el arma atómica, y para exigir el desarme y el retiro inmediato de tropas en los países invadidos.
La actividad concluirá con un pedido por la paz y el desarme nuclear.
"Las armas y la violencia forman parte de un paisaje antiguo, de un mundo que se está yendo, de la prehistoria humana. Desde La Comunidad aspiramos a un mundo sin armas nucleares y sin violencia, donde el ser humano sea el valor central. Aspiramos a construir la Nación Humana Universal. Aspiramos a un cambio esencial en las personas, al nacimiento de un nuevo ser humano, libre, que proyecte en el mundo lo mejor de sí".
La Comunidad para el desarrollo humano viene trabajando desde hace casi 30 años en la construcción de una nueva cultura basada en la No-Violencia activa; y en el año 2009 junto a cientos de organizaciones impulsó la primer Marcha Mundial por la Paz y la No-Violencia.
Los relojes que se detuvieron y nunca más avanzaron
El 6 de agosto de 1945, Estados Unidos lanzó la descarga nuclear en Hiroshima. La onda expansiva desintegró más de 5 kilómetros a la redonda, y el viento alcanzó temperaturas de 500º centígrados, todo, en apenas 5 segundos. Los relojes se detuvieron ese 6 de agosto a las 8:16 de la mañana.
Este acto, que puso fin a la Segunda Guerra Mundial, acabó con la vida de 140, 000 personas, y dejó casi 300, 000 heridos, entre los cuales gran cantidad presenta variaciones y mutaciones genéticas debido a la radiación a la cual estuvieron expuestos.
En los años siguientes, las víctimas mortales aumentaron hasta casi 300,000, aunque es una cifra difícil de determinar, puesto que más de 60 años después del primer ataque nuclear, los efectos radioactivos no han desaparecido en Hiroshima y en Nagasaki, la segunda ciudad japonesa bombardeada por Estados Unidos en aquel mortal verano de 1945.