
La organización de derechos humanos había hecho campaña para lograr la excarcelación de Hana Abdi al considerarla presa de conciencia, al haber sido encarcelada únicamente por el ejercicio pacífico de su derecho a la libertad de expresión y asociación en relación con su trabajo en favor de los derechos de las mujeres y de la minoría kurda de Irán.
Hana Abdi, estudiante de la Universidad de Bijar, es miembro de la Campaña por la Igualdad, una iniciativa de base que trata de poner fin a la discriminación legal contra las mujeres en Irán, y de la Organización de Mujeres Azar Mehr de Sanandaj, ONG afiliada a la Campaña por la Igualdad.
Detenida en noviembre de 2007, fue acusada de pertenecer al Partido de la Vida Independiente de Kurdistán (PJAK), un grupo armado de oposición, y de participar en “atentados” en Sanandaj, en la provincia del Kurdistán, en la zona noroccidental de Irán. El Ministerio de Información la mantuvo recluida en régimen de incomunicación durante dos meses antes de trasladarla a la prisión de Sanandaj.
Le fue impuesta una condena a cinco años de cárcel que debía cumplir exiliada en Germi, en el extremo norte del país. En la fase de apelación, la condena quedó reducida a 18 meses, que debía pasar en Razan, en la provincia de Hamedan. Poco después de quedar en libertad fue trasladada a Meshkin Shahr, en la provincia de Ardabil, al en la zona noroccidental de Irán.
Amnistía Internacional se ha mostrado satisfecha con la excarcelación de Hana Abdi, ya que la organización consideraba que los cargos presentados contra ella tenían motivaciones políticas y posiblemente pretendían desprestigiar la Campaña por la Igualdad, una iniciativa de base que trata de poner fin a la discriminación legal contra las mujeres en Irán.
Su compañera permanece en prisión
No obstante, AI recuerda que su compañera Ronak Safarzadeh, que fue detenida un mes después, permanece recluida en la prisión de Sanandaj y está esperando el resultado de su juicio. Estaba previsto que compareciese de nuevo ante el tribunal el sábado 28 de febrero. Safarzadeh también ha sido acusada de “enemistad con Dios”, cargo que puede ser penado con la muerte.
En febrero de 2008, el abogado de ambas mujeres expresó su preocupación por el hecho de que habían sido interrogadas utilizando métodos ilegales y acusadas de cargos muy graves mientras permanecían recluidas en régimen de aislamiento. Según su opinión, sus confesiones no eran válidas y no podían utilizarse como pruebas creíbles ante un tribunal.