El cultivo de coca en algunas zonas de Colombia ya no es tan lucrativo para los campesinos como lo era antes, debido, entre otros factores, al aumento de precio de los productos agroquímicos. Ésta es una de las conclusiones que se desprenden de un informe elaborado por la Oficina de las Naciones Unidas co
ntra la Droga y el Delito.
El estudio, que se desarrolló durante ocho meses en el sur de Bolívar y Nororiente, comparó los márgenes de rentabilidad de la hoja y de otros productos, determinando que los márgenes económicos de los agricultores de coca sólo alcanzan niveles de subsistencia, debido a los altos costos del proceso y a su poca capacidad de negociación. Esta circunstancia abre una posibilidad de cambio para muchos campesinos. Según Marta Paredes, analista de Investigación de la Oficina,“hay muchos productos que pueden superar y no es una utopía suponer que puedan competir con la coca. Precisamente eso es algo que se debe aprovechar para desvincular a los campesinos de la economía ilícita, bajo una mirada que no sólo sea la de interdicción, sino también a nivel de propuestas en materia económica, de desarrollo y para su propia subsistencia”.
Según el estudio, algunos aspectos sociales como la educación y la salud no son mejores en la región cocalera que en otras zonas agrícolas, lo que demuestra que pertenecer al negocio ilegal no ofrece mayores beneficios. La relevancia de estudios como éste reside en la relación existente entre el cultivo de coca y el conflicto armado en Colombia, que se prolonga durante más de cuarenta años y ha generado hasta la fecha casi tres millones de desplazados internos.

El estudio, que se desarrolló durante ocho meses en el sur de Bolívar y Nororiente, comparó los márgenes de rentabilidad de la hoja y de otros productos, determinando que los márgenes económicos de los agricultores de coca sólo alcanzan niveles de subsistencia, debido a los altos costos del proceso y a su poca capacidad de negociación. Esta circunstancia abre una posibilidad de cambio para muchos campesinos. Según Marta Paredes, analista de Investigación de la Oficina,“hay muchos productos que pueden superar y no es una utopía suponer que puedan competir con la coca. Precisamente eso es algo que se debe aprovechar para desvincular a los campesinos de la economía ilícita, bajo una mirada que no sólo sea la de interdicción, sino también a nivel de propuestas en materia económica, de desarrollo y para su propia subsistencia”.
Según el estudio, algunos aspectos sociales como la educación y la salud no son mejores en la región cocalera que en otras zonas agrícolas, lo que demuestra que pertenecer al negocio ilegal no ofrece mayores beneficios. La relevancia de estudios como éste reside en la relación existente entre el cultivo de coca y el conflicto armado en Colombia, que se prolonga durante más de cuarenta años y ha generado hasta la fecha casi tres millones de desplazados internos.